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¿Cuándo en Zapoaxtla un hombre y una mujer iban a andar casi encuerados por las calles llevando a un Niño Dios en un carrito? Su confusión fue tal, que consideró aquello como que no era de este mundo, que la calle ya no era de su país, que era el mero infierno, y le dieron ganas de llorar. Las lágrimas se le derramaron por los ojos, y casi sin ver, siguió entre la multitud de americanos. A veces percibía una que otra palabra en español...
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