La teología de los fractales se burla, por cierto, de la pedantería de los eruditos, aunque para ello deba enseñar la erudición del autor, desde el título, ya que fractaria viene del latín, fractus: quebrado o fragmentado; un objeto cuya estructura fundamental es irregular, fragmentada, como las nubes. La obra que contiene este libro es una comedia inteligente, fina, irónica, bien escrita, que, a partir de algo tan ajeno a nuestro tiempo como la ciencia que trata de Dios y sus atributos, nos deja pensando en los clérigos seculares que dominan nuestros días con sus altos títulos de farsantes.